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Mi experiencia en la National Homebrew Competition 2016


El Concurso Nacional de Cerveceros Caseros en Estados Unidos (NHC) es el concurso más grande a nivel mundial que reconoce a las más destacadas Cervezas hechas en casa en ese país; en este concurso también se premian los mejores ejemplares de Sidra e Hidromiel. Cada año, este concurso logra reunir miles de cervezas de diversos estilos, las cuales son juzgadas según la guía del BJCP (Programa de certificación para juzgar cervezas) por cientos de jueces tanto nacionales como internacionales.

Este año tuve la fortuna de recibir una invitación de los directores de la competencia, para participar como jueza voluntaria en la Ronda Final, que se llevó a cabo el 9 de junio en Baltimore, Maryland. Esto coincidió con mi búsqueda de participar como juez en eventos internacionales para aprender, comparar y así poder crecer y aportar a los eventos locales a los que he asistido en Chile.

Las cifras de este concurso son, para mí, abrumadoras, este año hubo 7.962 entradas a concurso, de las cuales fueron seleccionadas las 1.074 mejores para la ronda final a la cual fui invitada. Fueron en total 3,396 cerveceros caseros participando con más de un estilo en este magno evento. En la Ronda Final participamos cerca de 230 jueces BJCP repartidos y organizados por estilos de cerveza y juzgando en parejas. Toda una experiencia para recordar y repetir!

Detalles de la competencia acá:

La jornada empezó así. Fuimos citados al Baltimore Convention Center a primera hora de la mañana para tomar desayuno e iniciar el evento; tenían previsto todo, desde el estómago de los jueces para la jornada de cata. El desayuno (tipo buffet y cargado a la grasa, como se recomienda) estaba disponible desde las 7am para iniciar el evento a las 8:30 am.

Desde el inicio se notó la magnitud del evento, empezando por la puntualidad de los asistentes. El dicho en Chile que, por ser cerveceros, nadie puede llegar temprano a un evento, es solo una mala práctica donde es muy común ver llegar a los jueces cerca del mediodía a un evento programado para las 9 am, donde ni siquiera se excusan, por el contrario son aceptados y recibidos en las mesas de cata; en detrimento de los que si llegaron puntualmente.

A la NHC llegué a las 7:30 am y el salón del desayuno ya estaba lleno de jueces, todos muy puntuales y cumplidores del cronograma, hasta para tomar desayuno. El evento inició a 8:30 am.

En el centro de convenciones se respiraba cerveza hasta en sus pasillos, no solo se llevaba a cabo el juzgamiento de las entradas, también había conferencias simultáneas en varios salones, los mejores conferenciantes y una tremenda exposición de los más diversos artículos que un cervecero casero, nano o microcervecero puedan imaginar.

El programa de la conferencia se ve acá:

El estilo que me correspondió juzgar fue el de Cervezas Alemanas de Trigo y Centeno, estilo 18 en la guía del evento, basada en la guía 2015 del BJCP pero modificada para la ocasión. Cada mesa estaba preparada para para 6 jueces, organizados por parejas; noté que no solo en mi caso sino transversalmente, previamente se seleccionó cada pareja así: un juez con amplia trayectoria y un juez con poca experiencia. Yo, juez reconocido, tuve como compañero de equipo a un Grand Master 2 (un privilegio para mí). Igual caso fue el de mis dos compañeros de viaje, también jueces reconocidos.

Cada mesa tenía un Coordinador y un Steward. La entrega impresa de nuestros datos personales y de los estilos a catar para pegar en cada hoja de evaluación, ayudó a agilizar la logística del evento y evitar errores de escritura de datos clave. A cada hoja de cata del equipo se le sumaba una hoja de resumen donde se mostraba el puntaje promedio de los dos jueces y una explicación para entender el criterio que tuvo el juez al evaluar la cerveza.

Algo que valoré desde el primer minuto de juzgamiento fue la sencillez de mi compañero Mike, era un Gran Master 2, un rango que aún no tenemos en Chile, sin embargo su paciencia (principalmente mientras me familiarizaba con la escritura en otro idioma), tranquilidad y disposición de aportar, supera con creces lo que he visto localmente. El tiempo para juzgar las entrada fue relativo, no sentí presiones de ningún tipo por hacerlo rápido, ni con cronómetro; siempre hubo oportunidad de conversar e intercambiar impresiones con mi compañero del equipo, ponernos de acuerdo en el puntaje y finalmente entregar una evaluación en conjunto, con máximo 5 puntos de diferencia en el puntaje. No había ninguna necesidad de demostrar talento haciendo todo más rápido que los demás.

Sobre a la calidad de las cervezas, todas las que probé estuvieron entre la categoría muy bueno y excelente; teniendo en cuenta que era la ronda final de las mil mejores del concurso, esto era de esperarse. Fue difícil y enriquecedor para mí evaluar cervezas tan complejas y bien hechas, tratar de encontrarles alguna desviación para hacer retroalimentación fue un desafío. Terminé fascinada ante tan buenos ejemplares, además contar con el consentimiento de mi compañero experto en mis percepciones, fue un agrado.

Al final de la mañana, al terminar las evaluaciones, se procedió a escoger las ganadoras, el famoso Best-of-Show. Para ello, los más experimentados de cada mesa eligieron entre las entradas mejor evaluadas a las ganadoras por estilo, mientras los más nuevos observábamos el nivel de discusión entre expertos.

Algunas entradas quedaron para juzgar en la tarde, además de la sidra e hidromiel. Mi trabajo como juez había terminado, así que me fui a disfrutar de la Homebrew Expo & Social Club.

LA EXPO!!!... Se trataba de un gran salón, en el mismo centro de convenciones, con más de 70 stands de diferentes patrocinadores, clubes y expositores locales e internacionales, todos agrupados en una suerte de jardín de la cerveza artesanal, el que tardé varias horas en recorrer por completo, haciendo obvias paradas técnicas para degustar sus preciadas muestras y recibir feliz todos los recordatorios que quisieron obsequiarme (salí como equeco con tantos regalos).

Pude ver equipamiento de todo tipo, desde el más básico y económico en plástico hasta equipos sofisticados, en los mejores materiales y con un alto grado de tecnología incorporada; también había materias primas de todo tipo, muestras de insumos, software (como el BeerSmith, atendido por su dueño Brad), libros, institutos educativos, stands de las mejores cervecerías como Dogfish y Ballast Point, growlers, souvenirs, ropa, degustaciones varias… todo en un ambiente amigable, distendido, entretenido y de MUY buen gusto al paladar.

La lista completa de los expositores se puede ver acá:

En la noche, la jornada cervecera culminó en uno de los barrios clásicos de Baltimore, Fells Point, específicamente en el Max’s Tap House, al que llegué por una muy buena recomendación.

Me encontré con un bar muy agradable, de buena vibra, decenas de estilos de cerveza que dificultaban la elección, y con varias caras familiares del evento de la mañana. Pude compartir un par de buenas chelas (como una Dogfish head world wide Stout 2013 de 18°) con algunos jueces de otros estados que también viajaron, no desde tan lejos como yo, para el evento. Terminamos como terminan las buenas juntas, con buenos amigos prometiendo compartir en eventos futuros aquí y allá.

¿Qué deberíamos emular en Chile?

Si bien comparar el evento más grande de cerveceros caseros de Estados Unidos con los que se hacen acá, es casi como comparar peras con manzanas, hay varias cosas que no requieren grandes esfuerzos ni inversión económica alguna, sino que requieren un cambio de actitud y hábitos, que de seguro nos harán crecer más rápido y mejor de lo que estamos creciendo actualmente.

  • Puntualidad y Seriedad en los eventos.

Como mencioné previamente, no por ser cerveceros tenemos la excusa de empezar cada evento con dos horas de retraso y sin siquiera enrojecernos de vergüenza. Desde la Copa de Cervezas de América hasta los eventos más chicos, tienen mucho que mejorar en esto. El famoso slogan “estamos en Chile” debería prohibirse como justificación.

  • Humildad y sencillez

Acá en Chile somos cerca de medio centenar de jueces BJCP, hay mucho talento en potencia, muchas ganas de avanzar y ascender, hemos crecido, pero lamentablemente, lejos de ser una comunidad unida para el desarrollo y crecimiento del mundo de la cerveza artesanal, hemos caído en divisiones y separaciones de los menos nuevos y los más nuevos (aún no hay antiguos en Chile). Debemos emular a aquellos que están unidos y con ganas de enseñar y aprender. No somos tan pobres en experiencia ni conocimientos como si lo somos en humildad.

  • Camaradería y cooperación

En la NHC hubo cabida para todos los jueces BJCP sin distinción de rangos ni localidades; acá en los eventos locales participan primeramente los amigos del organizador; si se quedan cortos, invitan o piden CV a otros jueces para postular a participar.

En la NHC, el organizador integró estratégicamente a todos los que aceptaron asistir; todos ganaron, el concursante con un resultado acertado sobre su cerveza; los jueces, unos enseñando y otros entrenándose con los que saben. Acá aún se puede ver que se menoscaba el talento y las capacidades del otro, donde la retroalimentación al cervecero no es lo más importante en una competencia.

En la NHC, si eres juez, tienes las competencias de evaluar una cerveza (por algo presentaste y aprobaste un examen); si eres nuevo, te agrupan en parejas con los más experimentados para nivelar el resultado. Acá, nos descalificamos unos a otros, el hecho de ser juez no es suficiente, buscamos jueces internacionales para prestigiar los eventos y dejamos a los locales fuera.

  • Enfoque en retroalimentación al Cervecero y no en el Juez.

La finalidad de un cervecero al presentarse a concurso no solo es ganarse una medalla, le interesa conocer la opinión de lo que saben. He visto acá casos en que un cervecero concursa en más de un evento con una misma cerveza y, dependiendo de los jueces de cada evento, recibe las más diversas retroalimentaciones y evaluaciones su cerveza; de excelente a pésima, diferencia que se asume como su responsabilidad, pues se tiende a culpar al cervecero de no tener consistencia y de hacer unos batch para competir y otros para vender. Si bien esto último no se puede negar que ocurre, al menos podemos asegurar que los jueces tengan versiones parejas de sus evaluaciones, trabajando en comunidad (y en parejas en los concursos), para entregar resultados objetivos y que aporten al proceso constructivo del cervecero.

Estamos a tiempo de cambiar de estrategias; tenemos todo por hacer, por incluir, por unirnos y mejorar entre todos este creciente mundo cervecero; solo así podremos llegar a ser un referente en Latinoamérica sin que tengan que pasar décadas de ácidos errores, con astringente y áspero retrogusto.

Adriana Sequeda. Juez BJCP, miembro de Chilebruers.

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